El extraño caso de Clifford Hoyt.

También conocido como “El hombre que escapó del infierno”, Clifford Hoyt es un ciudadano estadounidense, que en la mañana del 5 de Diciembre del año de 1999, en Maryland, sufrió un accidente automovilístico, más precisamente en la carretera Maple Grove. El choque fue desastroso. Clifford se salvó de milagro. Su fuerza de voluntad, hizo que moviera su cuerpo herido a la carretera, donde colapsaría y caería en coma. Minutos más tarde, para su fortuna, un camión pasó por el lugar, encontrando el horrible escenario. Tras esto el hombre bajo del vehículo y llamó al 911.

Ya en el hospital, se descubrió que Clifford no solo había entrado a un cuadro de coma, sino que también tenía varias fracturas y hemorragias internas. Su recuperación fue muy lenta. Pero lo que los doctores no se imaginaban era que el hombre no solo luchaba contra aquellas desgracias físicas que le había dejado el accidente, sino contra algo más que ocurría en su interior.

Una noche, según cuentan los enfermeros, se empezaron a escuchar gritos de desesperación de un hombre en el hospital, acompañado de golpes a la pared y sonidos angustiantes. Cuando entraron en la habitación de Clifford, encontraron al hombre completamente asustado y desquiciado. Por un momento pensaron que los ojos se le saldrían de sus cuencas, por lo que tuvieron que agarrarlo entre varias personas para inyectarle un calmante.

Tras esto el hombre explicaba entre llantos que había estado en el infierno durante todo este tiempo. Las torturas que experimentó en aquel lugar eran inimaginables. Contó que en dicho lugar había brazos que lo perseguían. Todo olía a azufre y a podrido, y que estaba lleno de fuego y lamentos. Su discurso era tan coherente, tan creíble, que era muy poco probable que todo lo que dijo que vivió haya sido por los medicamentos. 

Clifford se recuperó a los pocos días, y a pesar de que le dijeron que necesitaba ayuda psicológica, él la rechazó.

Semanas después, tras haber regresado a su departamento alquilado, los vecinos se quejaron con el dueño del edificio, ya que Clifford ponia música a muy altas horas de la noche. El señor, tras las quejas, se dirigió hacia el departamento de Clifford, y tras no recibir ninguna respuesta a sus incesantes golpes a la puerta, decidió entrar con su llave maestra. Pensó que tal vez no lo escucharía debido al volumen de la música. Jamás imagino lo que encontraría en el lugar. Clifford se encontraba en el piso, abrazando un enorme bloque de hielo. La sala parecía una pocilga y estaba llena de excremento. El propietario tomó fotografías del lugar para entregarle a la policía.

Clifford decía que era consciente de todo lo que estaba haciendo. La música la tocaba para que los demonios del infierno no se lo llevaran otra vez. Solo así los podía mantener alejados. El bloque de hielo era porque no soportaba el calor que hacía en aquel lugar. 

Posterior a esto, su familia se vio obligada a internarlo en un centro psiquiátrico de Maryland. Los médicos aseguran que su comportamiento se debe al daño cerebral que sufrió en el accidente, pero Clyfford, al día de hoy, está convencido de que los demonios aun lo persiguen.


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